Por Renato Perez
Pese al empate 1-1 ante Atlético Grau en el Estadio Nacional, Alianza Lima volvió a tener en Hernán Barcos a su figura más determinante. A sus 41 años, el delantero argentino no solo marcó el gol que evitó la derrota, sino que volvió a demostrar que su vigencia sigue siendo inquebrantable en el equipo blanquiazul.
Alianza Lima no tuvo su mejor presentación en la jornada del fin de semana. Atlético Grau supo plantarse con personalidad y aprovechó una desatención defensiva para abrir el marcador en la primera mitad. El conjunto íntimo, que atraviesa un momento de irregularidad en el Torneo Apertura, no encontraba los caminos claros hacia el gol.
Lo de Barcos no deja de asombrar. Con 41 años, lejos de dar señales de retiro, sigue siendo la pieza más confiable de Alianza. Su lectura de juego, su capacidad para aguantar el balón y su oportunismo en el área lo mantienen como una amenaza constante para las defensas rivales.
No solo aporta goles, sino también experiencia y liderazgo. Es el primero en levantar a sus compañeros, en presionar cuando se necesita, y en asumir responsabilidades en los momentos más complicados. El cariño que recibe de la hinchada no es gratuito: se lo ha ganado a pulso desde que llegó a Matute.
Hernán Barcos es mucho más que un goleador. Su profesionalismo ha sido fundamental para mantener un nivel competitivo en una liga exigente, y su compromiso con el club se refleja incluso fuera del terreno de juego. Es habitual verlo involucrado en iniciativas sociales y actividades institucionales.
El empate ante Grau no fue el resultado esperado, pero volvió a dejar en evidencia que Alianza Lima tiene en Barcos a un ídolo vigente. Mientras el "Pirata" siga en el campo, los íntimos siempre tendrán una esperanza de gol. Y el fútbol peruano, un ejemplo de longevidad y amor por la camiseta.
12/05/2025
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