Los terribles problemas que se dieron entre la 'U' y sus hinchas tras caer en el Estadio Monumental

La sorpresiva derrota de Universitario de Deportes por 0-1 ante Alianza Atlético de Sullana no solo significó el fin de un invicto de más de dos años en el Estadio Monumental, sino que desató una ola de tensión, conflictos y reproches entre la hinchada y el propio plantel crema. El resultado, que dejó atónitos a los más de 30 mil asistentes, desnudó no solo errores futbolísticos, sino también un clima interno que parece estar al borde del colapso.

Reclamos encendidos desde las tribunas

Al término del encuentro, la situación se volvió insostenible. Desde la zona de Occidente, que usualmente es considerada una tribuna familiar, un grupo de hinchas comenzó a lanzar insultos y reclamos directos hacia los futbolistas, exigiendo mayor compromiso y criticando la decisión del técnico Jorge Fossati de alinear un equipo alterno pensando en el duelo de Copa Libertadores ante Barcelona SC.

Los insultos y gritos no tardaron en generar respuestas desde el propio campo. Jugadores como Rodrigo Ureña, Martín Pérez Guedes y Gabriel Costa encararon verbalmente a los hinchas, pidiendo respeto y calma, especialmente porque algunos familiares de los futbolistas, incluyendo esposas e hijos, estaban presentes en esa zona.

Rodrigo Ureña explotó tras el partido

El que más afectado terminó fue el volante chileno Rodrigo Ureña, quien, visiblemente molesto y en caliente, sostuvo una fuerte conversación con Jean Ferrari, administrador del club, en la que habría manifestado su intención de no volver a jugar más en Universitario mientras no se garantice un ambiente seguro tanto para él como para su familia.

Según trascendidos desde la interna, Ureña dejó claro que el fútbol puede aceptar críticas y reproches, pero que la situación vivida en el Monumental, donde se vio expuesto junto a su esposa e hijo, superó todos los límites tolerables.

El Monumental, de fortaleza a olla de presión

El Monumental, que hasta hace unas fechas era considerado un fortín infranqueable, se ha convertido en el epicentro de un clima tenso y cargado de frustración. La derrota ante Sullana encendió las alarmas, no solo en lo deportivo, sino también en lo institucional, dejando a la dirigencia con la urgente tarea de calmar las aguas y buscar soluciones inmediatas para evitar que los conflictos escalen. La relación entre el equipo y sus seguidores, siempre apasionada y exigente, parece estar en su punto más crítico en mucho tiempo.